Cuando a finales del invierno pasado os describí, como yo los sentía, los seis primeros números de La Melodía Viajera, tomé prestada de Oscar Wilde la dedicatoria "to the happy few".
La verdad es que solamente Andrés Cortés Aranaz pareció emocionarse conmigo. Pensé: ¡pues sí que somos pocos! Y, aunque le prometí completar la pieza, hasta hoy no me puesto al pupitre, con tanto alucinar.
Quiero insistir en dedicaros esta felicitación de Navidad "a los felices pocos" que en aquellos grises años de Franco, en los que tantas cosas vivíamos soterradas, tuvimos la fortuna de pasar unos años en aquel colegio.
Porque entre tantas desvalidas madrugadas, escuchando entre grifos restallantes las sinfonías de Schumann o de Mendelssohn -que también fueron un lujoso festín que allí pudimos degustar- escuchamos a veces, absortos o exultantes de felicidad, pequeñas piezas de compositores que nos hacía soñar tiempos mejores, más vívidos, más libres; casi palparlos. Como "El reloj sincopado", "Fiesta en el rancho", los "Cármina Burana"... y esta imborrable "Melodía viajera" cuyas imágenes -mientras aparece la película- me invento para vosotros, deseándoos que este año de nieves os traiga a todos el mayor bien que deseéis, el más soñado y dulce.
Santos Vibot.
La Melodía Viajera
1966. Domingo. Mañana de verano en las camarillas, antes de despertar. Un sol acariciante desborda las ventanas entreabiertas y pone incandescentes los colores parchís de las cortinas de hule. Y chillan los vencejos y las pintiparadas golondrinas en su júbilo y vértigo en torno del depósito del agua -con su alegre mosaico de Santiago, el peregrino que vela nuestros sueños y proteje los campos de deporte, apóstol tutelar de aquella nave en la que tantos sueños se frustraron, y tantos muchos otros se forjaron...
Suena un carraspeo eléctrico en los altavoces y se escucha a la sección de cuerda de una orquesta, afinando. Un fagot cacarea contento y engolado. Se oyen unos golpes de batuta sobre el atril del director. Continúa un poco más el gallinero de la afinación -acrecentado ahora por el estrépito de aire a presión y de agua disparada de algunos grifos de los más impacientes de nosotros-, vuelve a sonar la batuta, esta vez más enérgico su ritmo, conminando a un silencio encantador...
1* ...e irrumpe la alegría desbordada con un ritmo de vals sonando a toda orquesta, sobrevolado en exultantes trémolos y chispas de xilófonos, destellando una ansiada bienvenida (también había piruetas y fintas de xilófonos en "La boutique fantasque" de Rossini-Respighi, ¿recordais?). ¡Ah, los xilófonos, tan infantiles como los vencejos, que ahora chillan aún más en torno de Santiago peregrino...La Melodía Viajera nos mece y nos alegra en nuestro despertar tan desvalido...
2* ...los violoncellos entran en escena cantando un nuevo tema afrancesado y lánguido, mientras un acordeón enamorado silabea feliz su soliloquio escandiendo mordentes y glissandos, embriagado de jazz y verde ajenjo, cubriendo de guirnaldas de muguet y jazmín las faldas y cabellos de las chicas. Y mareando de aromas y de impulsos románticos a los gráciles, tiernos, arcangélicos chicos de Paris.
¿No escucháis, en un rapto de música adorable, imborrable y fugaz, aquel "rumor de besos y batir de alas..."?
3* ...un solo de violín en rapto de éxtasis, tocado -como un mago- por un hermoso zíngaro con enormes patillas pelirrojas y botones dorados labrados de dragones relumbrando en la noche, como sus blancos dientes y sus ojos de fuego, dúctil e hipnotizante mientras se curva en su rico chaleco de bordados balcánicos, oloroso a membrillos y manzanas desde el arcón labrado de cedro de los Cárpatos en donde se guardaba...y su blanca camisa abullonada...mientras curva su torso sobre los comensales, y cerrando sus ojos hace hablar al violín hondos acentos, como rumoreando en sus oídos dulces filtros de amor...
Y envuelve de pasión -y de nostalgia de lo aún no gustado- a los enamorados muchachitos que ahora se peinan en las camarillas, con agua y desamor, mientras irrumpe el cýmbalon y se va acelerando dulcemente hasta precipitarse en una azul locura, la sugerida danza electrizante de unas czardas diabólicas...: ’¡¡algún día, por entre las revueltas de esta danza de fuegos y misterio, te besaré de amor!!’
4* ...y descienden, de lo alto de los cielos sinfónicos, los irisados élitros de estas adormecidas mandolinas, arropando y meciendo entre la transparencia de sus rientes trémolos la voz del gondolero, suspirando en un ritmo que es casi una habanera recordada.
Serenata rendida en una voz jovial, sensual, bruñida como una plata antigua.
Idilio veneziano arropado en guitarras y violines, que se ve interumpido, como en un carnaval irreverente y cínico, por los bufos glissandos del trombón, respondidos en alegres tropeles de risueñas maderas que descienden felices en escalas cromáticas veloces y alocadas...
5* ...y la tuba introduce un valsecito bávaro de metales y caja, en el que las trompetas cantan como escanciando de aquel oro líquido de los toneles de la Selva Negra, y las trompas incitan a la danza con su negra cerveza bien caliente, saboreada entre risas y compañía feliz en preciosas jarritas con tapadera cincelada de ciervos y de bosques altísimos y helados.
Y entre los intersticios de la danza, en el puente de abeto que nos conduce a la repetición del valsecito ingenuo, asoma el Kabarett sus dolientes encajes melancólicos...
6* ...una caja de música, lacada de peonías y jacintos, hace girar sus lindos bailarines sobre un fondo poliédrico de espejos.
Helada y ruborosa soledad.
Camarillas a la luz de luna. Evanescente y pura.
Amarguillos de almendra, estriados y tiernos, ¡mamá bésame!
Los entreabiertos labios de la infancia, con puntitos de azucar.
Y un enigma de estrellas en los ojos, de pupilas inmensas en la noche...
7* ...Pero rompe el echizo otra trompeta de oro como un amanecer sobreexcitado sobre un ritmo de "chaston" -aquel doble platillo horizontal montado sobre un mástil niquelado y accionado a pedal que a todos incitaba a aprender batería sin tenerla, ni aún en remota posibilidad-.
Un solo de trompeta con toda la alegría de entreguerras: Glenn Miller Band, Marylin Monroe sujetando las faldas sobre el aire caliente de todos los deseos postergados, con una risa de ángel; Tony Curtis...
Y el contrabajo pizzicato desemboca sonriente en las alegres revueltas de la percusión y en la apoteósis de los metales sobre el ritmo del plato suspendido, enervante y feliz...
8*...transición intrigante, al estilo James Bond, sobre los parches tocados con los dedos, y frescas pinceladas de la orquesta, metales con sordina y acuáticos arpegios del vibráfono, hasta llegar a una fugaz parada circense callejera llena de colorido y simpatía...
9* ... que se desvanece en nuestros mismos ojos para dejar la escena -sobre un fondo de birimbaos y harpas de boca- a un racimo de tiernos vaqueritos, cantando enamorados tarareos mientras se balancean con los ojos cerrados de delicia, por entre los balidos y mugidos del ganado, graciosamente interpretados por los gansos trombones con sordina resbalando sus varas...
10* ...retumban los timbales y ahora los estentóreos trombones nos introducen brevemente en un mercado persa, donde los crótalos y las panderetas de las bailarinas de evanescentes velos enmarcando sus ojos, profundos como aljibes de estrellas, nos arrastran entre rubios camellos cargados de tapices, especias olorosas, cobres labrados y púrpura de la India, y sedas chinas enramadas de escarchas y de garzas....
11* ...pero es sólo un momento, pues irrumpen -tras una transición en el ritmo insinuante de una zambra gitana- bailarinas de sueño en una vibrante fantasía ibérica de batas de cola, mantones y peinetas a un ritmo exhuberante de palillos en los arrebatados xilófonos y las raudas guirnaldas de la orquesta...
12* ...de pronto hace su entrada leonina, como planeando en su teclado deslumbrante de marfil y ébano sobre su plataforma giratoria, el virtuoso en alas de las multitudes Wladziu Valentino Liberace, junto a su inseparable candelabro dorado segundo rococó a la izquierda del atril de un piano de cristal. Hoy llega revestido de un terno de lentejuelas anaranjadas, entre su escenografía holliwoodiense de variadísimos surtidores de aguas iluminados de colores cambiantes y bailarinas sofocadas de tules...Otros días aparece en escena con una gran dalmática de plumas de avestruz...o en uniforme de dragón austrohúngaro en terciopelo azul noche con las frondas en plata...él, el pianista más rico y extravagante de los Estados Unidos, el "entertainer" por antonomasia, llegando a sus conciertos inefables sobre su propia limusina Cadillac blanco polar:
coreografía, más que interpreta, un ampuloso y floreado descenso en octavas, punteado por dramáticos golpes de la orquesta, bajan los reostatos de la iluminación general del escenario...y -a la temblante luz de las falsas llamas eléctricas de su anacrónico y estrafalario candelabro, Lee, Walter Busterkeys, Liberace Chefroach, The Glitterman, Mister Showmanship...
13* ...se convierte en Franz Liszt, agitando una imaginaria y onduladísima melena romántica y envolviendo literalmente a la audiencia en una cascada de acariciadores y sofronizantes arpegios que rrecorren el piano de arriba a abajo sin cesar, mientras la melodía viajera se mece y se estremece en un "Sueño de amor" y destellos de stardust entre las cuerdas ebrias de la orquesta y de sus dedos de extrovertido divo, constelados de ostentosos anillos rutilantes.
Polvo de estrellas desde el cielo nocturno...
14* ...un cisne-violoncello, coronado de rubíes, surca el estanque trémulo de arpegios enlunados del arpa entre brillos de flauta travesera, triángulos como vidrios y carámbanos, y estremecidas ansias de violines.
La delicada brisa perfumada de aquel ballet de sílfides.
O de turbias sirenas tentadoras con cabellos de syrtes y madréporas...
15* ...se interrumpe la escena arrobadora antes de la cadencia de la música, porque llega de nuevo, entre jadeos, una apoteósis española de zapateados, castañuelas y revoleras de capotes en rondas de verónicas felices deslumbrando de fucsia, grana y gualda, la mañana de sol, inmarcesible entre tanta sonrisa de muchachos y esas vueltas de pecho de las bailarinas incendiadas de flecos y volantes, sonriendo enigmáticas en su éxtasis...
16* ...y estalla en tromba el fragor extenuante de la fiesta en una simultaneidad de melodías, de gritos, de caricias, de aromas tan intensos que nos llevan a un climax. Breve y altivo. Pero fulminante...
17* ...¿exhaustos?...¡no, aún se aproxima, cimbreante, lancinante, increíble de color y viveza, una sabrosa, simple pero inmortal batucada desde todas las tristes lejanías. ¡Oh carnaval onírico, con mulatas de luna y piel canela tocadas con sombreros de frutas tropicales...y bailarines de fibrados cuerpos ungulados y tersos como estatuas antiguas, pero vibrátiles como dulces banderas, agitando sus brazos como en los corredores submarinos de un palacio de cuento y sonriendo como si fueran dioses de verdad y no hubiera más vida que esa escola de samba y el dulce paraíso de vivir.
Todos, ellos y ellas, bailan como en un cielo de verano infinito "Brasil" -cuyo primer intervalo coincide plenamente con nuestra Melodía- ofreciendo a los ojos absortos de los dulces durmientes el recóndito ombligo, los resbalados glúteos, la cintura, el dulce pecho ardiente, todo el cuerpo inocente, terrenal, recorrido de savias forestales, ancestrales, catárticas... mientras una flauta que improvisa en un inspiradísimo trance sin orillas, nos conduce ya a todos a una gloria sin culpa, sin condena...
18* ...y se abre el recamado telón -a la italiana, como en los más hermosos cuentos operísticos- del escenario de un teatro de Broadway en este happy end de entrecruzados sueños, ritmos y deseos.
Llueven confettis de platino irisados con todas las gradaciones del carburundum y las piedras preciosas... "¡DETENTE INSTANTE, NO HUYAS, ERES TAN BELLO!".
Santos Vibot