ROMERO Y MIEL

¡Ospá!. Vaya final de Navidades que ha habido en esta casa y en esta familia. Cienes y cienes de correos, llamadas, abrazos, felicitaciones, comentarios en el blog. No sabía que mi nietín era ya tan importante, aunque empiezo a darme cuenta. Y nos ha llegado, realmente nos ha llegado vuestro cariño, sí, lo he sentido, me ha abrumado y no encuentro las palabras para poder expresarlo. Es algo difícil de explicar con mis malas palabras; pero vuestro apoyo ha estado soportando la nube en la que me encuentro navegando sin rumbo, como dormido, flotando, sin billete, sin revisor, me cruzo con muchos globos blancos, sin saber si mi nube se deshará en gotas, si se evaporará o si me daré de bruces contra el suelo, la realidad, aunque hoy la realidad me parece más hermosa. Y es que se está tan bien en esta nube…
Y se me ha ocurrido titular este comentario con el olor del Romero y el dulzor de la Miel que empalaga, pues así me siento de borracho.
Venga Josemari, regresa a la realidad, céntrate y normalízate, si puedes.
Pero es que vaya final de Navidades que ha habido en esta casa y en esta familia.
Y me pregunto: ¿realmente nos merecemos recibir tanto cariño como nos habéis demostrado, de vosotros que sois maestros en tantas cosas…?.
Todavía en mi nube, gracias, mis amigos extraviados pero nunca niños perdidos, desde nuestro corazón, de Alexis, Alicia, Nacho, Isabel, desde mi corazón, desde el corazón de Alberto que es mucho más grande, y es que tengo ganas de llorar, ¡ospá!, debe ser la humedad.