Blogia
Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

LIBROS

Nuestro venerable Jesús Martín y su biblioteca dominicana

Nuestro venerable Jesús Martín y su biblioteca dominicana

Todo esto me lo envió Jesusito Herrero a mediados del pasado Diciembre. También me ha enviado fotografías de ilustraciones de Carpentier, un pintor dominico francés (una de los Reyes Magos y otra de Santo Domingo), y un belén del padre Alfonso Salas, que también está en Caleruega, donde tiene su taller de escultura.

Las he dejado en el álbum CALERUEGA de Ver Fotos/Documentos.

 


 

 

Querido y estimado Furriel, estuve en Caleruega el fin de semana pasado con el fin de llevarle algunos libros al PJesús para su biblioteca dedicada a la Orden Dominicana. Ya sabes como es él, y ya conoces su amor a los libros y por lo tanto nadie se puede extrañar de lo que ha conseguido reunir en el tiempo que lleva dedicado a ello: Una auténtica maravilla que todos deberíamos conocer, no solo porque fue nuestro profesor de Arte y Literatura y uno de los responsables de la formación de nuestra sensibilidad estética, sino porque en su inmensa biblioteca, que poco a poco va invadiendo el convento de Santo Domingo, guarda para sus alumnos, que somos nosotros, un espacio abierto, y no solo en las estanterías…

Por lo que he podido comprobar muchos de los “antiguos alumnos” ya le han enviado algunas de sus obras, muchas no necesariamente relacionadas con lo dominicano, pero a él no le importa porque no solo busca la relación “temática”, sino también la humana, o emocional, y eso le da a la biblioteca un aire como de familia que alivia un poco la seriedad de lo estrictamente académico o documental. Cada vez que alguien le manda un libro sonríe y recuerda anécdotas del remitente con esa expresión de socarronería que le caracterizó siempre. Por ejemplo, el fin de semana anterior estuvieron Julio del Barrio, nuestro insigne juez, y Jesús Fresno, nuestro temible dentista, acompañados de sus santas correspondientes. Jesús Martín se quedó con la duda de quién de los dos sería más peligroso en caso de caer, por casualidad, en sus manos. Duda que yo también tengo, aunque supongo que la amistad pudiera aligerar o suavizar el desasosiego de tener que enfrentarse a los servicios profesionales de estos dos individuos entrañables.

En cuanto a mí, que estuve comiendo con la comunidad y departiendo con ellos en la mismísima recreación donde solíamos tomar café de novicios, no aprecié ningún tipo de guasa por su parte, aunque en un momento dado trató de comerme un dedo que, por suerte, pude retirar a tiempo. Se había quedado con hambre al parecer.

Esa noche dormí en la hospedería del convento, que por cierto estaba algo fría, porque ya sabes cómo es Caleruega en invierno, pero él nos prestó un radiador y al final pasamos calor, un calor yo diría que fundamentalmente humano.

Jesús nos enseñó todo el convento a Sara y a mí de cabo a rabo. El convento ha cambiado sustancialmente, ya no es el mismo, aunque puntualmente reconocí muchas cosas de nuestros tiempos. Algunas de ellas te las mando. Están relacionados con artistas de la Orden. Algunos siguen dentro y otros no. Entre ellos Javier Serrano, de quien me encontré muchos de sus dibujos por las paredes de la biblioteca, además de aquel famoso librito sobre la vida de Santo Domingo que todos recordamos y que ya casi todos hemos perdido. Está en la Biblioteca y tal vez sería interesante reeditarle en la editorial de la furrielería. Es solo una idea. Abrazos

Jesús Herrero

LIBROS

LIBROS

Podréis comprobar que he abierto un nuevo tema en el blog con el nombre de LIBROS, tema al que iré asignando toda noticia o información referida a los libros que estáis publicando o sobre los que ofrecéis información.

También he añadido un Enlace con el mismo nombre de LIBROS desde el que podéis acceder a los propios Libros que tenemos y a los videos de las presentaciones que se han ido produciendo.

Sigo aceptando sugerencias, como siempre.

EL ENTIERRO DE LUCAS (por Luis Díez Tejón)

EL ENTIERRO DE LUCAS (por Luis Díez Tejón)

Me complace comunicar a mis amigos y compañeros de La Virgen del Camino la aparición de mi nueva novela. Aquí está, recién salida y llena de ilusión.

 

Que tengáis un año muy feliz.

 

Luis Díez Tejón


PRESENTACIÓN DEL LIBRO DE LUIS CARRIZO

PRESENTACIÓN DEL LIBRO DE LUIS CARRIZO

Fotografía de la mesa del acto de presentación presidida por nuestros tres ilustres compañeros, Pedro G. Trapiello, Luis Carrizo e Isidro Cicero.

Un día de estos os dejaré el video que grabé.

el furriel.

LUIS CARRIZO NOS PRESENTA -Entre todos lo mataron-

LUIS CARRIZO NOS PRESENTA -Entre todos lo mataron-

 

Permitidme que os informe de la próxima prensentación en la ciudad de León del libro de nuestro querido compañero LUIS CARRIZO titulado "ENTRE TODOS LO MATARON". 

Día: 3 de diciembre

Hora: 8 de la tarde 

Entrada libre

SALA REGIÓN del Eedificio Institulo Leonés de Cultura (Diputación Provincial de León)

Calle Santa Nonia, 3

La presentación correrá a cargo de nuestro no menos querido ISIDRO CICERO.

¡Para no perdérselo! ¡Buena oportunidad para acercarse hasta León!

Presentación del libro ‘Origen y triunfo de la décima’

Presentación del libro ‘Origen y triunfo de la décima’

Os recuerdo el curriculum de nuestro muy querido compañero Maximiano Trapero.

Por cierto, ¿cuándo las instituciones académicas, culturales lo políticas leonesas se acordarán de un paisano ilustre?

 


 

Maxi es Doctor en Filología Románica y catedrático de Filología Española en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. La labor investigadora de Maximiano Trapero, con más de 300 publicaciones científicas, entre libros, capítulos de libros, monografías y artículos en revistas especializadas, se ha desarrollado en los campos de la semántica léxica, de la toponomástica y de la toponimia canaria, con especial dedicación a la toponimia de origen guanche, de la poesía oral de tipo tradicional y de la poesía improvisada en el mundo hispánico. Ha recibido numerosos premios y distinciones, entre ellos la Medalla de Oro de Canarias (2003) por su dedicación al estudio de la literatura de tradición oral de las Islas; el Premio Internacional de Humanidades “Millares Carlo 1997” por su Diccionario de toponimia canaria (1997); la Distinción Nacional de la Cultura Cubana (2003) por su Romancero General y Tradicional de Cuba y el Premio Internacional “José de Vasconcelos” del Frente de Afirmación Hispanista de México (2009) por la dimensión panhispánica de sus investigaciones.

 


 

Pocas estrofas podrán tener un origen tan bien conocido y una historia tan estudiada como la décima. Y creo que ninguna otra habrá sido tan citada y tan glosada. Por tradición de siglos se ha tenido que la décima fue “creada” por el poeta español Vicente Espinel, a finales del siglo XVI, y de ahí que se le llame espinela, siguiendo una propuesta que hizo al poco de su aparición Lope de Vega, amigo y admirador de Espinel hasta el punto de considerarlo su “maestro”. Su estructura contiene el siguiente esquema de rimas y de períodos sintácticos: abba:ac:cddc. En esta afortunada disposición de las rimas, de las pausas y de los períodos sintácticos es en donde radica la polifacética función de la décima, inigualable si se compara con otras estrofas. Así lo explicaba Juan Pérez Guzmán, el primer biógrafo de Espinel:

La décima se compone de dos estrofas de cuatro versos octosílabos, cada una con consonantes del primero con cuarto y del segundo con tercero, entre los que se introducen otros dos versos octosílabos auxiliares del pensamiento para ligar entre sí la tesis y la conclusión: los consonantes de estos dos auxiliares se ligan el primero con el cuarto y el segundo con el séptimo. La tesis de la composición en la décima se presenta y desenvuelve en la primera redondilla; el silogismo para la prueba del pensamiento se establece en dos versos posteriores, y la segunda cuarteta completa con perfección al raciocinio poético.
No fue esta estructura la única de entre las muchas en que se dispusieron las estrofas de diez versos antes y después de Espinel, pero ésta ha triunfado sobre todas las demás. Ni siquiera fue Espinel el primero que usó de ella, pero el nombre de espinela sigue usándose casi como sinónimo exacto de décima, sin que necesite de adjetivo alguno que la especifique. “La décima de Espinel –dijo también Pérez Guzmán– constituye una composición tan perfecta como el soneto, sin sus pretensiones heroicas, por cuya razón ha sido siempre preferida a éste para expresar un pensamiento completo, aunque más sencillo que el que al soneto corresponde”.

¿Dónde está el secreto encanto del octosílabo y de la décima?, se pregunta el chileno Fidel Sepúlveda, uno de los más agudos estudiosos de esta estrofa. “En su limpieza –se responde–; en su simplicidad”. Y sigue: “Una décima es una pieza simple y limpia. Cuando no lo es se nota de inmediato y el organismo de la poética tradicional rechaza cualquier cuerpo extraño. La décima, como diría Pablo Neruda, ‘es simple como un anillo, clara como una lámpara’. Cualquier disonancia, descompás y desborde se nota, es noticia negativa en el ritual de la décima. La décima es un artefacto ‘bien temperado’, bien afinado, con todas las partes en su lugar. Es un lugar metonímico, donde el todo es la parte, y la parte es el todo. Nada sobra y nada falta, y cuando algo falta o sobra, se nota”.

No es hacer la historia de la décima el propósito estricto de este libro, ni menos hablar de la excepcional vitalidad que tiene en la actualidad en los varios países de Hispanoamérica, en donde se ha convertido en un verdadero signo de identidad cultural, sino que tiene un objetivo mucho más concreto: volver al específico asunto de sus orígenes, tan debatido, tan controvertido incluso, a la luz de dos nuevos (mejor, relativamente nuevos) acontecimientos bibliográficos y críticos aparecidos en los últimos años: por una parte, la creencia firmemente asentada de que antes de Vicente Espinel fue Juan de Mal Lara quien primero escribió décimas según el modelo de las verdaderas “espinelas”, adelantando en unos veinte años su aparición, respecto de las Diversas rimas de Espinel; y por otra, la casi novedad absoluta que significa el hallazgo de un pliego suelto fechado hacia 1510 (nosotros lo retrasamos hasta 1519) que contiene un poema anónimo escrito en décimas, la mayoría de las cuales son también verdaderas “espinelas”, lo que adelanta en ochenta años -¡casi un siglo!- la primera documentación de esta estrofa.

El título que he puesto al libro responde bien a su contenido, tanto en el primer epígrafe: Origen y triunfo de la décima, que lo resume todo, como en el segundo: Revisión de un tópico de cuatro siglos y noticia de nuevas, primeras e inéditas décimas, que destaca los dos aspectos principales en los que hemos puesto la atención: la revisión de un tópico que se repite y repite, ya sin crítica alguna, y el descubrimiento de nuevas e inéditas décimas.

De cuatro capítulos principales consta, precedidos de una presentación y concluidos por una consideración final. Cuatro capítulos que pueden leerse de manera independiente, pues cada uno de ellos tiene una temática individualizada, como puede verse en sus títulos correspondientes, pero que se complementan en la intención general del libro y que han sido elaborados en un mismo proceso investigativo.

En el primero, “Vicente Espinel y la décima espinela”, nos replanteamos los temas más tratados y conocidos en torno a la espinela y a la paternidad a él atribuida, con un deslinde sobre el tratamiento dado por Espinel a esta estrofa dentro de las otras clases de décimas y de “redondillas” contenidas en sus Diversas rimas. Además, indagamos sobre las primeras documentaciones de las palabras décima y espinela y ponemos el acento, por vez primera, en las Justas poéticas, en las Academias literarias y en los Vejámenes de Grado como los ámbitos en los que la décima espinela halló su verdadero reconocimiento público. Finalmente, analizamos el proceso del éxito que la décima llegó a tener en el siglo XVII, tanto en España como en América, donde enraizó con fuerza triunfante.

En el segundo capítulo, “Antecedentes de la décima espinela”, nos detenemos primero en revisar los estudios sobre este tema, por orden cronológico, señalando las aportaciones principales que cada investigador ha hecho a esa historia, tan frecuentada y debatida. Estudiamos después las distintas modalidades de décimas que se practicaron en España desde la mitad del siglo XV hasta finales del XVI, atendiendo a los tres criterios más caracterizadores de su métrica: el sistema de rimas, los tipos de estrofas y los periodos internos que desde el punto de vista sintáctico y semántico se desarrollan en cada estrofa. Y terminamos con ejemplos de espinelas escritas antes de la publicación de las Diversas rimas de Espinel.

En el tercero, “La décima que quiso ser malara”, nos planteamos la problemática atribución de las décimas de Mística pasionaria al poeta Juan de Mal Lara, bajo tres premisas probatorias: la ausencia del original de ese libreto; el estilo, el lenguaje y la poética de esas décimas; y el contenido del “devoto via-crucis” a que se refieren las décimas. Para concluir que, con toda seguridad, esas décimas no pueden ser –no son– de Mal Lara. Los versos de Mística pasionaria no pueden ser de un autor del siglo XVI; y no pueden serlo, entre otras muchas razones que se explican, por el simple pero incontrovertible hecho de que la expresión Via-crucis que lleva en su título y la práctica religiosa que representa –el calvario de catorce estaciones– no existían entonces; habrá que esperar más de siglo y medio para que eso ocurriera, desde 1571 en que muere Mal Lara hasta 1731 en que el Papa Clemente XII fija definitivamente el viacrucis en las catorce estaciones que hoy siguen vigentes. No obstante, quedan en el aire dos cuestiones que, a pesar de nuestras pesquisas, no hemos podido concluir y que deberán estudiarse para cerrar definitivamente este capítulo: la primera, ¿quién fue el primer autor que atribuyó las décimas de Mística pasionaria a Mal Lara, y cuándo y por qué lo hizo?; la segunda, ¿quién fue, entonces, el autor de esas décimas? Sin embargo, el estudio de las cuestiones que se plantean en este tercer capítulo nos han servido para descubrir un capítulo de la historia de la décima ignorado hasta ahora: la presencia de la décima, ya plenamente fijada en el modelo espinela, en la literatura de tipo religioso nacida a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, y que, con toda probabilidad, inicia el proceso de popularización de la décima hasta llegar al estado de plena tradicionalización en que vive en la actualidad en la mayoría de los países hispanoamericanos.

El cuarto capítulo está dedicado íntegramente al estudio del poema Juyzio hallado y trobado (c. 1519) en el que aparecen las primeras décimas “espinelas” hasta ahora conocidas. Este es el más largo y principal estudio de este libro, y se comprenderá bien por qué. Damos en primer lugar noticia de nuestro conocimiento del poema, y en segundo lugar analizamos las distintas clases de décimas que contiene el poema. Nos fijamos después en aspectos cronológicos referidos a su escritura y a su publicación; estudiamos las características del poema dentro del contexto del género literario al que pertenece, el de los disparates; y resaltamos aquellos rasgos lingüísticos y literarios del poema que hacen suponer a su autor como un imitador (pero no un plagiador) de Encina. Nos detenemos en el estudio de la estructura del poema, señalando las distintas partes que tiene, y muy especialmente la atención que presta a las señales del día del Juicio Final. Capítulo detenido es también el estudio que dedicamos al lenguaje del poema, remarcando la carga sentenciosa que tiene, la fuerte marca dialectal leonesa que le caracteriza y los usos gramaticales más característicos. Finalmente, ofrecemos nuestra edición del poema, que se complementa con un comentario filológico de todas las voces desconocidas en la actualidad o que tienen en el poema un valor semántico diferente al de hoy, seguida de la reproducción facsimilar del original.

Finalmente, cierran el libro los índices de primeros versos y de autores, así como las referencias bibliográficas.

Una conclusión principal destacamos de nuestra investigación. La “creación” de la espinela es un hallazgo excepcional en la historia de la métrica española por lo que la décima ha llegado a ser, pero nada de excepcional tuvo en el contexto del siglo XVI en que apareció, pues fue del todo ocasional, como una fórmula más de las muchas que se ensayaron sobre estrofas de diez versos. Y hasta nos parece seguro que ninguno de los que la utilizaron, ni el estudiante anónimo del Juyzio hallado y trovado, ni Baltasar del Alcázar, ni Espinel, ni otros poetas, tuvieron clara conciencia de haber “inventado” o “usado” la forma definitiva de la décima, la mejor, la más eficaz, la que triunfaría en la poesía y en el teatro del Barroco y la que llegaría a convertirse en todo un género literario, en el tercer género de la poesía popular en el ámbito de toda la Hispanidad.

Debo añadir que el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Valencia está preparando la versión digital de este libro, que aparecerá en breve.

Maximiano Trapero



MARCELO GARCÍA GANA EL PREMIO DE NOVELA -VUELA LA COMETA-

MARCELO GARCÍA GANA EL PREMIO DE NOVELA -VUELA LA COMETA-

Os participo la información de La Nueva España que recoge la noticia del premio de novela que ha obtenido Marcelo García, hijo de nuestro añorado e inolvidable Marcelino García Sal.

 


 

EL escritor, guionista y profesor ovetense Marcelo García Martínez logró ayer en Tarragona el primer premio del concurso de novela para menores de 38 años "Vuela la Cometa", por su novela "Cartas de Amor después del ecocidio", fallado en el Auditorio de la diputación de Tarragona. 

El premio está dotado con dos mil euros y la edición de dos mil ejemplares en la colección La Cometa. 

El jurado de esta primera edición del premio "Vuela la Cometa" destacó de la obra galardonada "el acierto de Marcelo García Martínez en el tratamiento tan personal como sugerente de uno de los grandes problemas actuales de la humanidad, la amenaza de destrucción del ecosistema terrestre debido a la propia acción humana". Valoró además "la peculiar estructura epistolar de unas cartas que parecieran dirigidas a un espacio vacío, sin esperanza de respuesta, creando así un ambiente postapocalíptico opresivo, no exento de realismo y a la vez de poesía". 

Marcelo García Martínez, nació en Oviedo, en 1979. Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Oviedo actualmente trabaja como profesor interino de Lengua y Literatura en un instituto de la Comunidad de Madrid.

CORRUPCIÓN: los perniciosos socavones de la carcoma

CORRUPCIÓN: los perniciosos socavones de la carcoma

Juan Manuel Díaz, nuestro muy querido Manolo, nos alerta sobre que el próximo día 2 de octubre, Mariano Estrada presenta un nuevo libro en Villajoyosa con el título de CORRUPCIÓN Los perniciosos socavones de la carcoma.

Y Manolo me escribe:

Cualquier presentación de un libro Marianín merece la pena y éste singularmente.

Como sé que la mayoría no podréis asistir, os invito encarecidamente a que lo leáis.

            Os aseguro que no deja indiferente a nadie.  Tiene “enjundia”.

Y refuerza todavía más el atractivo la mano del Gran Lalo F. Mayo, que se encargó del Diseño, Maquetación y Edición.

La copla, si en el Parlamento poder yo tuviera pondría este libro como catecismo del político. De obligado conocimiento y con examen literal previo a la jura del cargo.

            Porque la corrupción, en este país nuestro, “ha sido tan grande y tan grosera que ha conseguido penetrar en la conciencia de todos los españoles, llenar las páginas de todos los periódicos, ocupar todas las radios y televisiones e inundar los escaparates de todas las librerías”.

            La  introducción del Astete/Estrada rezaría así:

Todo fiel político

Es muy obligado

A tener precaución

De la gran corrupción

Que cae como una cruz

Sobre nuestra testuz.

Pues de tanto delinquir

Y de tanto saquear

¡Cuánto nos cuesta limpiar

La mierda de este país!

¿Y quién nos va a redimir,

Cautivos de estafadores,

Mangantes, cacos, rateros

Canallas y vividores?

Pues el que jure cumplir

El catecismo de Estrada

Y setenta veces siete

Signe tres cruces de Astete

Con la doctrina sagrada.

La primera en la frentre

Porque así le libre Dios

De los malos pensamientos;

La segunda en la boca

Porque así le libre Dios

De incumplir con sus palabras;

Y la tercera en los pechos

Porque así le libre Dios

De las malas obras y deseos.

           Juan Manuel Díaz

 


QUIEN SOMBRA DICE

QUIEN SOMBRA DICE

Os informo de que mañana jueves día 24 de septiembre a las 19 horas, tendrá lugar la presentación del libro "Quien sombra dice" de Marcelino Iglesias en la librería CERVANTES de OVIEDO.

La ilustración de la portada (una matrioska) es obra de Pedro López Llorente.
Adjunto una foto con la portada.
Texto de la contraportada
Al proyecto en marcha que constituye el mundo narrativo de Marcelino Iglesias, se suma ahora Quien sombra dice. Como se pregunta un personaje: “¿Qué nos queda si olvidamos, si todo el sufrimiento soportado no tiene quien lo recuerde?” Y quien lo cuente, cabe añadir. Y a tal propósito se aplica con renovado empeño el autor: en breves fragmentos —teselas de un mosaico en ejecución—, el espejo de la narración barre la memoria y rescata en la voz de dos narradores pecios de existencias naufragadas.
En la primera parte, un hijo póstumo viaja en busca de sus orígenes; el pasado se filtra de continuo en el presente: ¿cómo eludir su peso? En la segunda, uno de aquellos niños desplazados a la URSS en 1937 —un testigo en el marco de un mundo en demolición— va desgranando vivencias, reflexiones y el recuerdo de un amor adolescente que pervive “por detrás de la no muerte”; una madre, refugiada en esa burbuja llamada esperanza, continúa aguardando el regreso del hijo desaparecido desde 1942.


Referencia a la página web de la editorial KRK, para el que estuviera interesado en hacerse con el libro.

 

 www.krkediciones.com/

Marcelino Iglesias · Quien sombra dice · Colección Tras 3 letras · 24,95 €. Stendhal, Henry Beyle · Diario, vol. 1.º (1801-1805) · Introducción de T. S. Norio

Calle de Álvarez Lorenzana, 27, 33006 Oviedo, Asturias
985 27 31 40

PRESENTACIÓN DEL LIBRO DE LUIS CARRIZO

PRESENTACIÓN DEL LIBRO DE LUIS CARRIZO

Nuestro muy querido compañero LUIS CARRIZO presentará su libro "ENTRE TODOS LO MATARON un sanmartín en un pueblo de León".

30 DE JULIO

8,30 DE LA TARDE

SALÓN DE ACTOS DE LA BIBLIOTECA (entrada libre)

VIRGEN DEL CAMINO

La presentación correrá a cargo del también querido compañero, escritor y periodista Pedro Trapiello.

Os adjunto el cartel de la presentación (vedlo también en el álbum VARIOS de Ver Fotos/Documentos), por si a alguien le interesara subir a La VIrgen del Camino el jueves 30 por la tarde a escuchar a Luis Carrizo y a Pedro Trapiello disertar sobre esa ceremonia tan popular que es la matanza. Del cerdo, claro.

El libro, perfecto en contenido y precioso en continente, es una joya de 80 páginas que merece sobradamente el billete de ida y vuelta para acercarse a la Biblioteca Municipal de La Virgen del Camino.

Digo yo.

Importante: el libro y el cartel han sido diseñados y maquetados por el gran Lalo Mayo.

Para finalizar os diré que el libro tiene un precio de 10 euros. Luis todavía no me puede concretar en qué librería o librerías se puede encontrar, pero si alguien tiene interés, enviad un correo electrónico al propio Luis y se lo remitirá con un recargo de 1 euro por el envío.

Este es su correo

carrizoluis@gmail.com

NUEVO LIBRO DE CARLOS TEJO

NUEVO LIBRO  DE CARLOS TEJO

Hoy os presento el nuevo libro que ha publicado nuestro compañero Carlos Tejo. 

Versa sobre el legado de D. Celso Diego Somoano, Cronista Oficial de Cangas de Onís.

Es una semblanza y recoge parte de la obra de un maestro en conocimientos y bondad, con el recuerdo de quienes pusieron su saber, su devoción y su paciencia para que fuéramos lo que hoy somos.

Andrés Trapiello, premio Troa por ‘El final de Sancho Panza’

Andrés Trapiello, premio Troa por ‘El final de Sancho Panza’
El escritor leonés Andrés Trapiello se ha adjudicado el premio literario Troa Libros con valores en su cuarta edición, dotado con 10.000 euros, por su novela El final de Sancho Panza y otras suertes. El premio se concede a una novela publicada el año anterior a la convocatoria y escrita por un autor español que destaque por su calidad literaria y por la trasmisión de valores sobre la mejora de la persona y la sociedad, ha informado en una nota la Fundación Troa, que creó el galardón en 2012.

El final de Sancho Panza y otras suertes (Destino) es la segunda parte de Al morir don Quijote, y narra la búsqueda de fortuna en las Indias del fiel escudero de don Quijote, su sobrina, el ama y el bachiller Sansón Carrasco. El jurado ha otorgado el premio al libro ganador por «su gran calidad literaria, así como los valores que transmite». Trapiello es autor de varias novelas, entre ellas El buque fantasma, premio internacional de Novela Plaza & Janés en 1992; Los amigos del crimen perfecto, premio Nadal y Los confines.

Como ensayista ha publicado, entre otros títulos, Las vidas de Miguel de Cervantes y El arca de las palabras, y también es autor de ocho libros de poemas, entre los que se encuentran, por ejemplo, Las tradiciones.

EL OFICIO DE ESCRITOR (por Andrés Trapiello)

EL OFICIO DE ESCRITOR (por Andrés Trapiello)

El gran Lalo Mayo nos envía este enlace que nos conduce a la  información sobre la conferencia de nuestro antiguo compañero Andrés Trapiello en el X Encuentro con escritores. Libro, diarios y otros imaginarios.            

Buenas, José Mari. Te mando el enlace de ahí abajo por si le interesara a alguien. Conduce a una pantalla en la que aparecerá Andrés Trapiello hablando de él mismo, de sus libros, algo de León, algo de La Virgen y mucho del oficio de escritor.

La presentación de las otras dos personas de la mesa dura hasta el minuto 16, que es donde arranca la intervención de Trapiello. Ah, y en el minuto 47 habla de León.

 https://www.youtube.com/watch?v=914TW0-9Tnk 

 

 

Salud
Lalo

EL BOSQUE DE LOS RECUERDOS SUMERGIDOS (2ª parte)

EL BOSQUE DE LOS RECUERDOS SUMERGIDOS (2ª parte)

Continuación de lo publicado en el blog el pasado 21 de septiembre, sobre el libro de nuestro querido compañero Eugenio González.

Buena lectura para estas Navidades. El libro lo encontraréis en el propio blog Enlaces con el título EL BOSQUE DE LOS RECUERDOS SUMERGIDOS.

Gracias, amigo.

nota.- si tenéis alguna dificultad para descargaros el libro, porfa, me lo pedís y os envío el fichero directamente.


Hola, Josemari. Después de hablar con el patrocinador de la impresión del libro "el bosque...", me ha dicho que sin problema lo puedo usar para enviarlo a compañeros y amigos. Así que lo estoy enviando para que todo aquel que lo quiera leer, lo haga, con la única remuneración de hacer un comentario sobre el mismo.

También te adjunto una opinión "anónima", sobre los curas, de la que yo no hice ni caso, y al final el anónimo se convirtió en admirador.

  1. Juan Sin Miedo - Martes, 8 de julio de 2014 a las 14:22

Miedo me da ver como mira el cura ese a esas criaturas.
Es curioso ver a los curas la buena memoria que tienen para hurtarnos el debate de la republica porque segun ellos fue muy mala hace 80 años y ni se acuerden ni se quieran acordar de los abusos de curas reprimidos a menores.
No les debieran de dejar acercarse a menos de 100 metros.

 Gracias como siempre, y si tienes tiempo, mi deseo es saber tu opinión sobre lo escrito.

 Con el cariño de siempre.

 Eugenio Gonzalez

Adjunct Professor of Spanish

Johnson County Community College

12345 College Blvd.

CC 305

Overland Park, KS 66210

(913) 469-8500 Ext: 5308

egonzalez@jccc.edu

el bosque de los recuerdos sumergidos

el bosque de los recuerdos sumergidos

El mes de mayo pasado una asociación de ROMEROS DEL PANTANO DE BARCENA (Ponferrada), publicó EL BOSQUE DE LOS RECUERDOS SUMERGIDOS de nuestro querido  compañero Eugenio Gonzalez (Adjunct Professor of Spanish Johnson County Community College).

Esto nos cuenta sobre este libro

(Imprenta Peñalba, Ponferrada). Depósito Legal: LE-584-2014.
En Ponferrada lo pueden comprar en librerías: Quiñones, La Casa del libro, Hontanar, Simón. .

EL BOSQUE DE LOS RECUERDOS SUMERGIDOS

 DE BOINAS Y DE SOMBREROS

 

El bosque de los recuerdos, es un bello paraje cercano al dique del pantano de Bárcena, donado a la Asociación de Romeros del Pantano de Bárcena por el Ayuntamiento de Ponferrada, para que año tras año, puedan celebrar cada primer domingo de julio, su ya más que famosa, entrañable romería popular. Es un pequeño bosque, silencioso, idílico y acogedor, en el que, tras cincuenta años de historia errante, nostálgica, peregrina, en ocasiones perdida, buscan las gentes de Bárcena y de Posada un lugar para encontrarse con sus recuerdos sumergidos, sus raíces más profundas, el cordón umbilical que les  siga atando al pasado de su tierra, a sus seres más queridos, a sus pueblos jamás olvidados, porque un hombre sin pueblo es como árbol sin raíces, inevitablemente languidece, se marchita, se seca y muere.

Pantano de Bárcena, desde el bosque de los recuerdos.

Mi novela, “EL BOSQUE DE LOS RECUERDOS SUMERGIDOS”, se desarrolla en un solo día: el día grande de la Romería “al bosque de los recuerdos”, pero abarca vidas y tierras entrañables, sepultadas ahora bajo las aguas del Sil, aunque todavía bien amarradas a la memoria del corazón, para muchas gentes de Bárcena y de Posada, y por extensión, a todos los pueblos de la geografía nacional bajo las aguas mansas de algún pantano.

Son protagonistas de la novela cuatro generaciones: la del bisabuelo, que de aquélla, en 1958, tendría unos 45 años, y que misteriosa y voluntariamente se quedó allí, bajo las aguas del Sil; el hoy abuelo y la abuela, que entonces tendrían unos 20, y que siempre han penado por encontrar  al bisabuelo extraviado;  el nieto, de unos  35 años, acomodado, vividor, ajeno en todo al problema de sus padres; y el bisnieto de unos 10 años, rubio y vivaracho, enérgico y muy echao pa’lante, como el bisabuelo, depositario de los valores del pueblo, y heredero incondicional de la nostalgia y del recuerdo.

¡Pero qué digo! Los verdaderos protagonistas de la novela son las gentes todas de los pueblos sumergidos: gentes de ayer, de hoy y del mañana, gentes que vibran ante los recuerdos, las nostalgias, las lágrimas y suspiros de seres queridos que intentaron llevarse lo que uno nunca puede arrancar del lugar que lo vio nacer: el cielo y el río, la iglesia y la chopera, la era y la mina, la fiesta y el luto, la fragua y el molino; olores, colores y sabores de la casa paterna, guardados en lo más profundo del corazón, y que uno –por lejos que vaya -, siempre llevará consigo, nunca logrará olvidar.

La novela es corta, familiar y cercana, amena y sencilla, pero densa a la vez. Tiene su poquita de sal y pimienta, como el buen pulpo. Es el libro ideal – justo el gotín de vino necesario para colorear una tarde otoñal -,  para desentrañar aquellos tiempos duros, difíciles, pero todavía evocadores, cercanos y festivos en el recuerdo imborrable de quienes los vivieron. Cada año la memoria vuelve a rejuvenecer y entre saludos y nostalgias, comida, cantos  y cuentos, resucitan 50 años de inolvidables y entrañables  historias del ayer, y entre súplicas, lágrimas y besos, nuestros mayores, siguen lanzando flores silvestres, a un agua quieta, generosa, que ingrata y turbia un día los desalojó.

 

Quiero con las páginas de mi novela dejar constancia del paso de la generación de la boina y del sombrero, a una generación nueva, enraizada en  las vivencias y recuerdos transmitidos de generación en generación, pero mirando optimista hacia un futuro respetuoso y dialogante. Me moriría de pena si un día volviera a Congosto, mi pueblo querido, y un accidente intencionado me lo hubiera borrado del mapa de los pueblos vivos. Porque sólo de imaginar lo que se siente - lo que sintieron y sufrieron, sienten y siguen sufriendo las gentes de los pueblos sumergidos -, me incomodo y decididamente me rebelo.

 

Renovados amigos del alma, aquí os dejo mi inquieta y fervorosa rebeldía pasada, mi callada y serena quietud de ahora, cuando ya las hojas amarillean, los pocos cabellos que me quedan se vuelven grises,  para que sepáis de mi protesta ante el trato abusivo que se les ha dado a lo largo de la historia a los pobres, los de la Elósegui desde 1865, en vulgares letras amarillas, y que nunca más sucumbamos a la trampa del progreso pregonado por los elegantes del bowler hat, anegando pueblos, extirpando raíces, sepultando profundas vivencias e imborrables sentimientos, que por ser tan humanos debieran haber tenido prioridad en el corazón, antes que en los bolsillos de quienes los contemplaron, los fomentaron, los realizaron, los inauguraron y los bendijeron.

He escrito esta novela, no para borrar o redimir el pasado –el pasado de un pueblo ni se borra ni se redime - , el pasado se corrige, para que nunca, nunca jamás, en nombre de ningún invento, artilugio o martingala, se destruya la memoria colectiva que durante siglos forjaron con su vida, su trabajo, sus sufrimientos y sus gozos, sus amores y desvelos, nuestros antepasados, porque “aunque la hijuela sea pequeña, uno grande la sueña”, y tiene derecho a asentarla en el pobre, pero esperado testamento para contento, pervivencia y solaz de sus hijos.

 

Eugenio, Kansas City, primavera de 2014

 

 


 

Después de leer la novela, Santines Santamarta, desde las nostálgicas vivencias de otro pantano, el Embalse del Porma,  me escribió:

 

“Muy querido Eugenio: ya hace tiempo que debía haberte hecho llegar al menos mi impresión sobre tu libro "El Bosque de los recuerdos sumergidos". No pude leerlo de manera continuada sino teniendo que interrumpir su lectura muchas veces, lo cual hizo que me perdiera ese clima de emoción que se va experimentando "in crescendo" cuando uno se mete de lleno en la lectura de algo que cautiva y se apodera de nuestra atención. Ello me ha impedido también ir anotando ideas y emociones que la lectura de tus páginas me suscitaban provocando ese “oleaje interior” del que te previne cuando tuve noticia de tu proyecto, con las que te hubiera podido hacer este comentario algo más completo.

 

No sabes la cantidad de veces que me he sentido plenamente identificado con las situaciones que describes y la cantidad de evocaciones que ha suscitado en mí. Infinidad de recuerdos y pequeños detalles de la vida cotidiana rural, vividos en mi infancia, me los has vuelto a poner delante con una viveza tal que en algunos momentos lograron humedecerme los ojos. Pareciera que hubieras estado conmigo en los mismos momentos o circunstancias y haciendo las mismas tareas que tantas veces hube de realizar a edades tan tempranas.

 

Eugenio, ¡qué prodigiosa capacidad para el recuerdo del detalle y la pormenorizada y ajustada descripción del mismo! Has conseguido hacerme revivir muchas veces no sólo las escenas de la vida cotidiana, ayudado por todo el rico vocabulario que me es común en gran medida, sino también todo el mundo interior de emociones y sentimientos que llevo indisolublemente vinculados a esas escenas. Por eso volveré a leerlo para poder re-gustarlo y revivir otra vez aquello que, siendo lejano y dado por olvidado o perdido, fue íntimamente intenso.

 

Te confieso con admiración que el trabajo que dejas en “El bosque de los recuerdos sumergidos" y en El Corralón de la  Casona” es el trabajo que yo hubiera querido realizar acerca de mi aldea y mi mundo de niño, aunque no fuese con ese atractivo formato de novela que tú le has dado con tanto éxito. Hay tanta riqueza cultural recogida en múltiples aspectos (habla, usos, costumbres, tradiciones…) que ha sido un gran acierto que lo pudieses realizar. Además, pienso que debería se objeto de  un merecido reconocimiento por cuanto no creo que haya muchos trabajos parecidos en los que se recojan de manera tan bella la vida y las historia doméstica de tus paisanos y antepasados, con mayor mérito aún si, como es previsible, toda ese rico acervo estaba en peligro cierto de desaparición u olvido.

 

De nuevo te vuelvo a decir -según mi insignificante opinión- que estos trabajos tuyos  merecerían que fuesen presentados y valorados como se merecen, no ya sólo pensando en el valor literario, sino también y sobre todo como extraordinario trabajo de recuperación cultural de tu comarca. Así que, te animaría a que llamases a la puerta de las instituciones públicas y privadas para que esta tu obra sea divulgada y esté en las bibliotecas de todos los colegios y ayuntamientos de León para ser no solo leída sino estudiada. ¿Te parece un exceso?

 

Eugenio, quería decirte también que a medida que iba leyendo estas páginas de “El bosque de los recuerdos sumergidos"  no he podido evitar hacer un paralelismo entre la peripecia de los protagonistas de tu novela (el abandono forzado de su casa y su camino a su obligado "destierro")  con nuestra propia experiencia -similar en muchos casos- de la expropiación y el abandono de todo aquello que ha sido el blanco de nuestros afectos de niños (familia, amigos, vecinos, animales domésticos, casa, paisaje, lugares queridos, juegos, etc.). Por eso a la emoción derivada de la lectura de los avatares de tus personajes iba añadiendo la emoción de los recuerdos personales de nuestra propia experiencia “en tierra extraña”  aunque el destino fuese un colegio moderno dotado de piscina, salón de actos, campos de deporte y habitación semiprivada.

 

En fin querido Eugenio, que, para mí la lectura de El Bosque de los recuerdos sumergidos ha sido también la ocasión y el desencadenante de esta otra lectura de mi/nuestra historia que cada cual lleva consigo aunque no la tenga escrita. Por eso -según parece-, veo que somos propensos a estas edades a bucear en los recuerdos. ¡Demasiadas emociones para nuestros sensibles lacrimales!

 

Ya me quedo a la espera de noticias sobre tu próximo proyecto literario.

 

Un fuerte abrazo. Santos

EL COMPAÑERO TRAPIELLO Y LOS ESPAÑOLES DE LA TERCERA

EL COMPAÑERO TRAPIELLO Y LOS ESPAÑOLES DE LA TERCERA

Os invito a leer lo que hoy nos escribe Lalo F. Mayo.

 


 

 

El pasado viernes 9 de mayo asistí, embelesado, he de decirlo, al autorretrato que se hizo nuestro compañero Andrés Trapiello (con el García en medio para evitar confusiones) delante de dos centenares largos de coruñeses (o foráneos aquí asentados, como era mi caso), creo que tan atentos y encantado como yo mismo.

Andrés aceptó la invitación de un foro cultural de la ciudad para hablar de sí mismo, con la disculpa de hablar de su obra, bajo el epígrafe general de "Encontros con escritores. A creación literaria e os seus autores".

 

Con Andrés es posible que jamás cruzara una palabra en el Colegio. Él estaba en un curso superior, con "los del 63", y mi única referencia era su pertenencia a la conocidísima saga de los Trapiello. Lo que no quita (lo de que nunca hablara con él) que la primera vez que oí su nombre vinculado a algunos de sus libros me viniera una sensación de orgullo: "Este estudió en mi colegio". Confieso, no obstante, que no he seguido su carrera literaria como creo que merece. No diré aquí lo que no he leído de él (lista larga, porque la producción es mucha) sino lo que he seguido. Me llegó muy tarde la existencia de su gran obra "Las armas y las letras", pero hace cuatro años la leí de un tirón, y mira que es larga. No recuerdo si era el texto ya revisado (lo hizo en el 2010) pero sí que se trataba de una edición en rústica, con letra bastante pequeña y grabados demasiado pequeños. Tras darle punto final se lo regalé a mi hermano y yo pedí la espléndida edición que hizo el Círculo de Lectores, que es la que conservo y en la que brilla la dedicatoria que Andrés tuvo a bien escribirme el viernes 9; una dedicatoria en la que, en realidad, estamos todos. 

He de decir que Trapiello ha sido el primer compañero del Colegio que tuvo en sus manos un ejemplar de “El álbum de las fotos” , ya que, recién salido de la imprenta el jueves, el 24 horas después se lo llevaba en su camino de vuelta a Madrid. Sabiendo que él es totalmente ajeno a este blog, disfruté su reacción cuando vio la portada del álbum y tras el segundo que tardó en procesar la imagen de Subirachs, su cara mostró el reconocimiento, primero, y el asombro, después, de lo que un desconocido le ofrecía. En la conferencia nos dijo que para él León era el pasado, pero estoy seguro que cada página de nuestro libro, que también lo es de él, lo llevará muchas veces de nuevo a aquellos seis años. Aunque también podría dejar el volumen sin abrir en alguna de sus abundantes y nutridas estanterías. Estaría en su derecho.

 

Y vielvo a "Las armas..."; en este libro, publicado en 1994, Trapiello expone la idea de la tercera España, esa de los que perdieron todo al perder la guerra, pero también la de quienes, pese a ganarla, no ganaron nada. Y da el primer paso para revisar toda la historiografía de la Guerra Civil, que presenta habitualmente un bando de buenos y otro de malos, según una posición ideológica, y una de malos y otra de buenos, según la contraria. De los millones que estaban en el medio y a quienes los revolucionarios de la derecha y de la izquierda les impusieron su particular manera de pensar y les calzaron un fusil para  morir por defenderla, casi nadie había dicho nada. Unos se pasaron cuarenta años "disfrutando" de la revolución ganadora, la nacionalsindicalista, y no precisamente con la frente levantada salvo los elegidos que podían mirar al sol de cara; y los otros, en una dura vida cotidiana en las calles, a la sombra de las cárceles, en el exilio o en las cunetas. Bueno, en las cunetas había gente de ambos bandos. O, si se prefiere, solo de este tercero del que escribe nuestro autor.

 Trapiello amplía su punto de vista sobre la tercera España en el otro libro que he leído de él: "Ayer no más", del que ya escribí algo en este blog, y que también me saboreé con gusto en dos o tres sentadas. En cambio no pude, he de decirlo también, con "Los amigos del crimen perfecto". Prometo intentarlo de nuevo.

 

Vienen a cuento todas estas cuestiones personales (de qué leo o dejo de leer y de a las conferencias a las que asisto) para justificar la tajante afirmación de que la suma de "Las artes y las letras", "Ayer no más",  la conferencia del viernes en A Coruña y una larga entrevista publicada en la última revista "Ínsula" nos muestran a un Andrés Trapiello (vale, pongámosle el García, que a él no debe gustarle) absolutamente desnudo ante sus lectores.

"Esto es lo que hay", habrá dicho el escritor. "Si lo quieras aquí lo tienes y si no, allá tú; por mi parte no voy a mover un dedo más al respecto".

 

Los que por aquí andamos hemos estado más de 40 años sin saber unos de otros. Y quizás no fuera importante que hubiéramos retomado aquellos nombres que dejamos en la Paramera, pero ya está hecho. Tras cada encuentro se van desvelando nuevos detalles de nuestras últimas décadas vividas, aunque nadie pregunte expresamente por ellos. Pues, para quien le pueda interesar Andrés Trapiello, por curiosidad literaria o simplemente por churreteo morboso (he de añadir una referencia a sus 10000 páginas de diarios publicadas), en las cuatro piezas antedichas, cinco si sumamos su "Salón de los pasos perdidos", está todo él tal cual.

Y merece la pena, creo yo.

 

Me permito adjuntaros estos enlaces:

 

http://hemeroflexia.blogspot.com.es/

 

http://www.insula.es/sites/default/files/articulos_muestra/ananadal.pdf

 

Sobre la  mencionada conferencia a la que asistí, en un próximo futuro estará colgada en la página de la Uned en A Coruña y entonces os la haré llegar.

Salud.

 

Lalo F. Mayo


HOMENAJE A BERNARDO CUESTA

HOMENAJE A BERNARDO CUESTA

Hoy en León, a las 18 horas, presentación del libro Rutas del camino, homenaje a nuestro compañero p.Bernardo Cuesta Alvarez fallecido en Febrero de 2012.

Fue alumno y compañero nuestro en la Virgen del Camino desde el año 1967 al 1972.

Un tumor cerebral se lo llevó en poco tiempo. Era el Presidente de Acción Verapaz, fundador de la comunidad de dominicos en Babilafuente (Salamanca), profesor de teología en San Esteban. Un gran dominico por su trabajo y por su compromiso con la gente. 

EL NIÑO ENTRE LOBOS

EL NIÑO ENTRE LOBOS

Hoy día del libro. Os encantará, como a mí me ha encantado y hecho pensar, este relato titulado "El niño entre lobos". Es de un autor muy joven y muy bueno, yo también lo creo.

Está siendo un éxito en las redes (al final os dejo el enlace).

El nombre del autor es Laro Cicero, hijo de Isidro. De tal palo...

 

A la memoria de Anselmo.

Otros, fácilmente, pensarían mucho antes de escribir. Yo escribo mucho antes de pensar.

Mi nombre no importa, ni el nombre de la montaña a la que me encomendaba todos los amaneceres, cuando de niño, muy niño, subía a los invernales cuidando el ganado de mi padre.

Yo tenia un perro pequeño, canela, feo como pocos. Sus dientes de abajo sobresalían de su boca y parecía estarse mordiendo el hocico constantemente. Era un perro listo de verdad. Se llamaba Zacarías.

Zacarías y yo mismo éramos los encargados de llevar a los animales al monte todos los días. Salíamos temprano, sin salir el sol. Desayunábamos un poco de leche recién ordeñada y unos trozos de pan, y al monte que nos íbamos.

Yo por aquella época, tendría unos ocho años y no era más grande que una zarza. Y Zacarías parecía una comadreja más que un perro. Eso no era impedimento para que mi padre me hubiera encomendado la importante tarea de cuidar de nuestros animales durante todo el día por los montes.

Como he dicho, salíamos al amanecer, con las ovejas, las cabras y alguna vaca, hacia los invernales. Que son cuadras en las alturas. Allí pastaban y a veces pasaban la noche.

Al oscurecer, sin hacerse de noche, Zacarías y yo volvíamos a casa, temerosos. La noche en el monte no nos gustaba a ninguno de los dos. No se cual de los dos llevaba las orejas más pinadas, atentos a cualquier ruido. Los montes donde nací, cuando oscurece, o cuando se mete la niebla, cambian. Pasan de ser lugares comunes que yo conocía como mi propia casa a convertirse en lugares terribles. En los que hasta los árboles toman una actitud siniestra.

Una de esas tardes, una de verano, bajábamos Zacarías y yo a buen paso por entre los espinos, camino de la casa de mi padre. Delante de nosotros iban las ovejas paridas con sus corderos y alguna de las vacas.

Las vacas, a pesar de lo que pueda parecer son animales inteligentes y con mucho carácter, en ocasiones, los días más calurosos, se agobian a causa del calor, las moscas y los tábanos. En esas ocasiones, levantan el rabo y echan a correr enloquecidas hacia las alturas.

Esa tarde ocurrió eso. La Negra, la vaca más preciada que teníamos, llegando a un calvero por el que baja, como una culebra adormecida, un arroyo, levantó el rabo y moscó.

Salió corriendo por entre la espesura y desapareció. Zacarías me miró con las orejas apuntando al cielo. Quieto, esperando una reacción por mi parte.

—¡Vamos Zacarías, tráela!

El perro, instantáneamente, corrió en la dirección por donde había desaparecido La Negra, como un escopetín.

Yo pausé al ganado en aquel calvero y me senté en una roca contrahecha. A esperar que el perro trajese a la vaca.

Los árboles de espino comenzaban a hostigarme con sus, cada vez, más largas sombras.

Los parches de cielo que se podían ver por entre la espesura del bosque ya no eran azules, habían tornado a un color sanguíneo, el aire caluroso del verano desapareció expulsado por la niebla, que como una gigantesca lengua, lamía las frentes de los montes.

Los corderos comenzaron a inquietarse, a patear la tierra, a bufar. Me miraban con los ojos fuera de las órbitas, exactamente igual que cuando, atadas las patas, en silencio, saben que les vas a clavar el cuchillo en el cuello. No se oía por ningún lado a Zacarías ni a aquella maldita vaca negra.

De repente lo escuché. Un aullido terrible. Por detrás de mí. Y otro, y otro más. Sentí que me pasaban un hierro ardiendo por las tripas, No puedo describir ahora que soy viejo, lo que sentí. No era miedo, era algo mucho más profundo, era mi instinto animal. Me ericé, me sentí cordero. Éramos la misma cosa los corderos y yo. Los aullidos se oían por todas partes, eran muchos, nos rodeaban, eran los lobos.

No recuerdo haber pensado nada, el instinto más profundo bloqueaba cualquier racionalidad, eché a correr, como un corzo, hacia abajo, siempre hacia abajo. Mientras corría, aterrorizado, me pareció ver ovejas y corderos desbocados, y lobos por todas partes. Nos estaban cazando. Muchas veces llegué a pensar que era el fin. Los nervios saliéndose de mi nuca, esperaban en cualquier momento el mordisco final.

Pero no llegó. Ya cuando el monte da paso a los prados, dejé de oír las frenéticas carreras a mi lado. No paré de correr, hasta llegar a la casa de mi padre.

Él estaba metiendo hierba al pajar, con las últimas luces del día, en la corrala de entrada a la casa. Al verme, respingó.

—¡Los lobos... los lobos. Padre los lobos…! Gritaba yo.

Extrañamente mi padre, que fue el hombre más sabio que yo conocí, pareció tranquilizarse al oírme mentar a los lobos.

No dijo una palabra, simplemente posó su enorme mano en mi nuca y la apretó suave pero firmemente. Nos metimos en casa.

Aquella noche cené todo lo que había en la mesa, junto a la lumbre, con la mirada fija y pensativa de mi padre sobre mi. No dijo una sola palabra durante la cena, ni a la hora de irme a la cama.

Acostado, no era capaz de dormirme, mirando la noche azul llena de estrellas por la ventana, esperando oír a los lobos, a Zacarías, o a la maldita vaca negra.

Lo que oí fueron los pasos de mi padre acercándose. Abrió la puerta y me dijo:

—Mañana tienes que volver a buscar a los animales. Y cerró la puerta.

No pegué ojo en toda la noche, cómo podía mi padre hacerme eso, hacerme volver a esos montes llenos de lobos.

A la mañana siguiente mi padre estaba junto a la lumbre, almorzamos juntos, no me dijo ni una sola palabra de nuevo. Me vestí y salí con las primeras luces camino a los montes de donde había salido la noche anterior despavorido. Mi padre me dio una palmada en el hombro.

Me encaminé como un cordero cabizbajo hacia los montes, miré un par de veces atrás buscando a mi padre, que me mandara volver, que lo había pensado mejor. No ocurrió eso. Me miraba serio, desde la puerta de la casa.

El valor que tuve que echar a cada paso que daba es indescriptible. A cada paso quería echar a correr de nuevo. A cada paso me parecía oír un ruido, un gruñido, unas carreras.

No se escuchaba el alboroto de los pájaros. Me sentía pequeño y vulnerable como un cachorro. Solo frente a los lobos. Mi convencimiento era que esa mañana iba a ser devorado como un cordero.

Avanzaba muy despacio, intentando pisar solamente las piedras, para no hacer ningún ruido, subía a los montes en completo silencio.

Ya adentrado en lo profundo del monte, empecé a escuchar, de vez en cuando, siempre por delante de mi y a la izquierda, unos chasquidos, como de ramas rotas, algo me acechaba entre los matorros. Tuve la misma sensación de fuego en las tripas que la tarde anterior.

Muchas veces, me di la vuelta y eché a correr, hacia abajo. Pero finalmente me detenía a los pocos metros, agudizaba el oído, apretaba los dientes y los puños, rebufaba y seguía ascendiendo.

Así subí durante unas cuantas horas, acobardado y erizado como un animal acechado. Seguí escuchando los chasquidos, siempre delante y a la izquierda de mi.

Ya quedaba poco para llegar al invernal, a donde sin duda debían haber ido los animales a refugiarse la noche anterior, los que hubieran sobrevivido al ataque de los lobos. Cuando cayó una nube. En los montes donde nací, en verano, caen unas nubes impresionantes, son tormentas muy poderosas y breves que ayudan a refrescar el día, aquella nube lo único que consiguió fue atemorizarme más, los truenos y los rayos sacudían el monte. A pesar de todo seguí avanzando. Empapado.

La nube duró poco tiempo. Cuando alcancé la braña donde estaba el invernal, el sol lucía de nuevo.

Subí la braña, y lo que vi entonces cambió mi vida para siempre. Fue entonces, a los ocho años cuando me hice un hombre.

Allí erguido, esperándome, sonriendo, acompañado por Zacarías y la maldita Negra estaba mi padre, a la puerta del invernal. Corrí llorando a sus brazos.

Los chasquidos que me habían acompañado durante la subida al invernal eran los pasos de mi padre, que había subido escondido entre los matorros, observándome en las sombras. Protegiéndome. Dejando que fuera yo quien venciera mi miedo a los lobos.

Me explicó allí sentados, a la sombra de un chopo, a la puerta del invernal, que los lobos eran animales valientes y saben oler al animal valiente, y que a ese animal lo respetan. Que Zacarías, y La Negra eran animales muy valientes, y por eso los lobos los respetaron. Que la noche anterior algunos de nuestros animales no habían sido tan valientes y por eso habían servido de alimento al lobo.

Y que yo, su hijo, ahora mismo era el animal más valiente de todos los montes y prados, que los lobos me respetarían siempre, y que desde esa mañana, los lobos, desde lejos me conocerían.

El verano pasó tranquilo, como otros veranos anteriores pero con una gran diferencia, mi padre me trataba ya como a su igual. Me consultaba antes de tomar una decisión, hablábamos de todo. Me respetaba como también me respetaban los lobos. Era feliz como solo un hombre de ocho años puede serlo.

Mi padre era capaz de saber si iba a nevar solo con ver una nube encima de un pico determinado, podía hablar con las aves en su idioma, conocía a la gente por sus ojos, y tenia un corazón noble, que se encargó de entregarme a trocitos todos los días. Pensaba que todos los hombres y los animales éramos iguales. No concebía el abuso.

Mi padre sabía vislumbrar la magia de nuestros montes. Y transmitírmela.

El verano dio paso al tardío. Y con él a los tiempos más negros de mi vida. Fueron tiempos de lobos cobardes. De guerra.

Una mañana, de noviembre, estábamos mi padre y yo metiendo hoja en el pajar, para alimentar a los chones.

Esa mañana de muerte paró un camión a la orilla de la carretera, de el camión verde se bajaron trece muchachos, enfebrecidos, armados con fusiles y escopetas, y empezaron a insultar a mi padre, a golpearle, a reírse de él. Mi padre intentó meterme en casa pero no pudo. Se defendió, peleó valientemente contra aquella manada de lobos humanos, cobardes y traidores, dejó inconsciente a más de uno, pero sucumbió.

Yo agarré una vara y empecé a golpearles, me apartaron. Subieron a mi padre, amarrado como un cordero al camión y se fueron de nuestros montes. Aquella mañana me quise morir. Aún hoy que por fin tengo valor para contarlo a mis nietos, me sigo queriendo morir, de rabia y de impotencia.

Al día siguiente, yo estaba en la cama, con fiebre, delirando, solo. Cuando oí afuera unos gritos, eran seis hombres, vecinos traidores de los pueblos vecinos. Hablaban sobre venganza, sobre que alguien, en unas islas lejanas se había levantado contra ese invento del demonio que llaman democracia, y que iban a limpiar los montes de magos.

Eran los estúpidos borregos disfrazados de lobos que hacían lo que sus amos, los caciques, les mandaban. De los que tanto me había hablado mi padre. Esos borregos malnacidos me subieron a la yegua blanca de mi padre, me llevaron a un lugar apartado y me apalearon.

Me dieron tal paliza que, cuando se marcharon, al quitarme la camisa ensangrentada, me salía la piel pegada a ella a jirones.

No tardaron en volver, una semana después, creo recordar, me amarraron y me metieron en un camión verde como en el que se llevaron a mi padre. No estaba asustado, mi padre había pasado por lo mismo, y ahora era yo. Me incorporé en la cajuela del camión y miré a aquellos cerdos directamente a los ojos, uno a uno. Ni mi padre ni yo les habíamos hecho nada, no tenía de que temer, si eran lobos de verdad verían el valor en mis ojos y me respetarían.

Pero no eran lobos de verdad, eran la gente más ruin, cobarde y traidora. No eran hombres, eran una manada de zorras, jamás entenderían el idioma de los pájaros, ni sabrían cuando iba a nevar. Su espíritu era miserable.

Me llevaron muy lejos de mis montes y de mis prados. De mis lobos.

Me encerraron y me obligaron a trabajar para construir estúpidos edificios grises de cemento. Se divertían haciéndome cargar con sacos de escombro atados con alambre que me cortaban la piel.

Nos hacinaban y nos hacían pasar hambre, nos abusaban. Eran unos abusadores.

En una celda, de noche, escribiendo esta historia. Miro por entre las rejas, intentado comprender. Me parece ver a mi padre, erguido, bajo la sombra de un chopo a la puerta del invernal, acompañado por Zacarías y la maldita Negra. Sonriendo.

 —Hijo, eres igual que los lobos, ellos te conocen. Aguanta, sigue caminando, igual que aquella mañana. Vence al miedo, hijo, tu eres como un lobo. Nunca más volví a ver a mi padre. Y pasaron muchos decenios hasta que pude contar esta historia a mis nietos. Siempre entre lágrimas.

Tuve que subir muchos montes venciendo al miedo durante mi vida, pero también sigo hablando con los pájaros y sé cuando va a nevar.

Ahora que soy anciano, sé que mis hijos y mis nietos, y los nietos de mis nietos, sabrán que también ellos, son como yo, el niño entre los lobos.

Laro Cicero

 

RELIGIOSIDAD POPULAR EN VERSO (por Maxi Trapero)

RELIGIOSIDAD POPULAR EN VERSO (por Maxi Trapero)

Hace ya casi dos años, nuestro muy querido compañero Maxi Trapero me envió un ejemplar de un libro especial. Su título, RELIGIOSIDAD POPULAR EN VERSO, del que es autor el propio Maxi. Este libro contiene las últimas manifestaciones o manifestaciones perdidas de España y de Hispanoamérica.

Editado en el 2011 por el Frente de Afirmación Hispanista de México. A la versión impresa se le añade ahora una serie de imágenes que complementan e iluminan determinados aspectos considerados en el texto (siempre con referencias remitidas). 

Hace unos días me envió la versión digital que la Biblioteca de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (de la que Maxi es Catedrático del Departamento de Filología Española, Clásica y Árabe) ha hecho de su libro. 

Pensando que su contenido podría ser de interés de nuestro colectivo, le pedí permiso para colgarlo enlazándolo a nuestro Blog.

Esta es su contestación.

Pues sí a tu petición, faltaría más... La edición digital y estar "colgado" en la Red, que lo está, es justamente para que esté a disposición del que quiera, y hasta te diré que me hace ilusión que quienes fueron mis compañeros infantiles puedan conocerlo.

Maxi. 

Así que, dicho y hecho; podéis acceder a él pinchado en el enlace que en OTROS os he dejado con el nombre de RELIGIOSIDAD POPULAR EN VERSO.


 

Concluye el prólogo del libro: Clásico vivo, Trapero se nos ha convertido en un sabio, en alguien que no solo acumula saber, sino que sabe cómo comunicarlo.

Amigo Maxi, querido doble paisano, un abrazo sincero de todos tus compañeros infantiles.

Buena y feliz lectura para esta Semana Santa.

PRESENTACION LIBRO DE ARCADIO GARCÍA PÉREZ

PRESENTACION LIBRO DE ARCADIO GARCÍA PÉREZ

Nuestro compañero Arcadio García Pérez, Doctor en Filosofía, componente de las mas antiguas y por ende respetadas yeguadas, es del curso del 53, del mismo que Pepe Domingo Castaño, nos envía esta convocatoria para la presentación de su libro:

LA ESCUELA ILUSTRADA SALMANTINA Miguel Martel (1784 - 1835)

La cita es en Madrid el próximo día 25.

Para los afortunados madrileños que os pueda interesar.

Os dejo la convocatoria en el álbum VARIOS de Ver Fotos/Documentos.