Otra nueva alegría en este otoño. Reencontrado un compañero, pero no uno cualquiera, nada más y nada menos que mi tocayo Sierra Tascón "el mayor de la gloriosa del 61". Bienvenido compañero.
Vedle en la fotografía entre los pipiolos de 2º A de 1962.
Hola: Soy José María Sierra Tascón.
Hace algunos meses, ya no se cómo contar el tiempo, me encontré con un ex compañero (que tampoco sé cuándo se debe de llamar “ex” a un amigo, compañero, coetáneo, o lo que sea. No voy a decir, sin su consentimiento, quién es). A lo que iba: Me comentó que, rabilando en esa tejida “arañosa red”, alguien preguntaba por “el mayor del primer curso de la “hornada” de 1961. Me identifiqué enseguida. No podía ser otro: Yo era el abuelo de esa “hornada” de la cual alguno salió un tanto crudo, alguno quemado y, por lo que voy leyendo, la mayoría bien cocidos con el Prieto Picudo, el vino de Toro y algún que otro Rioja: Alavesa ésta, riojana pura o de los aledaños navarros.
Da igual ¡Cuántos “vinos” recogimos de esos viñedos cercanos, y no tanto, a nuestro querido COLEGIO!. Y cuántos hemos “servido” (con todos mis respetos a la religión católica) haciendo cola para ayudar a Misa, en el Santuario, a nuestros formadores. Prometo, si lo encuentro, proporcionar un listado de los Padres y Hermanos de la Orden que nos ayudaron en aquella época gloriosa.
Gloriosa que hacéis vosotros ahora. Yo no la sentí del mismo modo. Pero yo, que soy de lágrima fácil y, aunque profundamente tímido y, como dice una amiga mía, (espero que aún lo sea), “de verbo ágil y reflexivo”, me emociono “oyendo”, permitidme la licencia de oír por leer, lo que dicen mis nunca olvidados compañeros aunque no les pueda poner cara.
A mis casi 63 “de juventud”, presumo aún de buena memoria: Sí, por supuesto, sé quién es “Alzheimer” al que trato de ahuyentar y, de momento, con éxito. Pero me acuerdo también de Tejo; de Oloriz Gorráiz; de Iñaki Imatz Vizcarra; de los hermanos Cortés Aranaz, (no os metáis con los Trapiello que para vosotros tenéis); de Carlos y Enrique Muñiz; de Olano (no recuerdo su nombre, pero me dio los primeros e inapreciables rudimentos del idioma euskera); de Miguel Andueza Aranburu; del que supe se convirtió en excelente actor, Heliodoro Pedregal; de Luis Mª Tarno Fernández, por lo que leo, ya en gloria (¡cuántas horas nocturnas empleamos juntos regando lo que sabíamos estaba en un terreno duro, exigente y poco “comunicativo”.!) Pero nosotros éramos también así: Nos regaban, nos mimaban y, parecía que no dábamos fruto… Ja, ja… Ahí estamos.
Presumiendo de memoria, recuerdo a Isidro Cícero (o Cicero).
Hay un pueblo cerca de Beranga, un sitio que queda entre Treto y Gama.
Siendo yo ferroviario /Algún tren cargué en Cicero. / (Si es con acento me jode / El metro y la asonancia).
Pues eso: Que conviví “pupitre con pupitre” con Isidro Cicero, (del que aprendí algo de la "rima ripiosa" o de los "ripios rimados) también de la mano del P. Martín; con Pedro Rey Fernández del que supe a través de un amigo común, desgraciadamente también muerto, que está en misiones ¿en Perú?; y con… ¿yo qué sé cuántos más?.
De todos modos, como presentación, creo que ya está bien.
Aunque por circunstancias no he estado habitualmente en esta mi querida tierra, (¿coño, cual va a ser?, León,) creo que cada vez que he vuelto, aunque un poco más escéptico que antaño, no he dejado de visitar el Santuario, mi Santuario, el lugar donde fui inmensamente feliz colaborando con mi humilde voz de tenor en la Escolanía.
De “mi P. Torrellas”, mi director de coro y rondalla, donde yo también “desafinaba” la guitarra, mi director espiritual, (con permiso del P. Fernando); del mejor organista (que nos emocionaba acompañando el Aleluya, el Amén, el Coenantibus Illis y tantas otras que conservo), el insigne y admirable P. Uría (del que recibí llorando el único suspenso de mi vida : Química de 6º); del P. Iparraguirre y el P. Sánchez; de mi tío, el P. Tascón (que por ser mi tío me trataba peor que a cualquiera de vosotros, lo que le he agradecido siempre, de corazón)… Bueno, he quedado en dar una relación de todos ellos… Si la encuentro…
Bueno, no voy a escribir más que si no, no me queda qué decir en otra ocasión.
Un abrazo que quiero hagas extensible al resto de los crudos, maduros y cocidos.
P.D. (¡Qué latinajo!): Mi correo, ya lo ves. Mi móvil: 647-411-500. Para lo que necesites.
Un cordial abrazo.